Reeve nació en Nueva York el 25 de septiembre de 1952 y alcanzó la fama mundial en 1978, cuando protagonizó Superman: The Movie bajo la dirección de Richard Donner. Con apenas 24 años, se convirtió en el Clark Kent/Superman que millones de personas admiraron por su carisma, encanto y credibilidad en el papel. Sin embargo, su vida fue mucho más que la de un actor encasillado en un personaje. Fue un hombre con defectos, ambiciones y una capacidad inquebrantable para inspirar. El punto de inflexión en su vida llegó el 27 de mayo de 1995, cuando un accidente ecuestre lo dejó cuadripléjico. En los meses posteriores, enfrentó un dolor inimaginable y consideró el suicidio asistido. Fue su esposa, Dana, quien lo convenció de seguir adelante con estas simples pero poderosas palabras: "Todavía eres tú, y te quiero". Esa frase marcó el inicio de un nuevo capítulo en la vida de Reeve.

 Después del accidente, Reeve se transformó en un activista incansable. Fundó la Christopher Reeve Foundation (posteriormente renombrada Dana and Christopher Reeve Foundation), que se dedica a financiar la investigación sobre lesiones medulares y la rehabilitación para personas con discapacidad. Su aparición en la gala de los Óscar de 1996, apenas diez meses después del accidente, fue un momento histórico que inspiró a millones de personas. Él demostró que incluso un Superman en silla de ruedas podía volar alto, redefiniendo el concepto de heroísmo.

  En el reciente documental Super/Man: The Christopher Reeve Story, dirigido por Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, se explora la vida de Reeve en toda su complejidad. El filme ofrece una visión equilibrada de su carrera como actor y de su papel como activista. A través de entrevistas conmovedoras, materiales de archivo y recreaciones digitales, el documental captura la esencia de un hombre que se convirtió en mucho más que un superhéroe de celuloide. Uno de los momentos más emotivos del documental es el enfoque en la relación entre Christopher y Dana. Su amor fue un faro de esperanza en tiempos oscuros, y su historia es un recordatorio de que los verdaderos superhéroes no siempre llevan capa. 

 Christopher Reeve falleció el 10 de octubre de 2004, pero su legado vive en cada avance médico y en cada vida tocada por su activismo. Hoy, sus hijos continúan el trabajo de la fundación, asegurándose de que su visión de un mundo más inclusivo siga adelante. Su historia es un testimonio de lo que significa ser humano: enfrentar la adversidad con valentía, usar nuestras experiencias para el bien común y nunca perder la esperanza. Christopher Reeve fue un Superman en pantalla y en la vida real, recordándonos que todos podemos ser héroes a nuestra manera.