Desde su primera aparición en 1954, Godzilla ha sido un ícono cultural y un símbolo del cine de monstruos, y su última entrega, Godzilla Minus One, promete devolverlo a sus raíces japonesas con una espectacular historia llena de acción, nostalgia y emoción. Dirigida por Takashi Yamazaki, esta película no solo es la primera producción japonesa de acción real de Godzilla desde Shin Godzilla en 2016, sino que también marca un regreso triunfal al estilo original del monstruo, abordando temas que reflejan el contexto cultural e histórico de Japón.
Las primeras reseñas han sido entusiastas. Desde la impresionante puesta en escena hasta la atmósfera cargada de tensión, Godzilla Minus One ha logrado cautivar a la crítica internacional. Para Nando Salvá de El Periódico de España, esta película demuestra que el potencial cinematográfico del personaje sigue intacto. Destaca las "asombrosas escenas de acción" que logran capturar el poder inigualable de Godzilla, calificándola con 4 estrellas sobre 5.
Raquel Hernández Luján de Hobby Consolas resalta la capacidad de la película para mantener al espectador "al borde de la butaca hasta el final", algo que parece ser un elemento clave en esta entrega. Para Enrique Abenia de Cinemanía, los efectos visuales son un gran acierto, otorgándole una calificación de 3.5 sobre 5.
Desde una perspectiva internacional, Richard Kuipers de Variety considera que esta es una de las mejores películas de Godzilla en mucho tiempo, destacando la mezcla de acción intensa y una trama cautivadora. Christopher Cruz de Rolling Stone incluso compara el estilo de Yamazaki con el de Spielberg, al hablar de una película de época "elegante" que devuelve a Godzilla "su antigua gloria".
Además de los efectos y la acción, Godzilla Minus One aporta una dimensión emocional que no siempre se explora en las películas de monstruos. Según Lucas Trevor de The Washington Post, el filme cuenta con una “tierna historia de amor” en su núcleo, lo que añade una capa de profundidad y humanidad a una película de gran escala. Esta combinación de blockbuster épico y narrativa emotiva logra resonar tanto en los fans de Godzilla como en los espectadores en general.
Para los amantes de la saga, Godzilla Minus One representa el regreso a los orígenes de la criatura, respetando el legado mientras se adentra en nuevos territorios emocionales y visuales. La nostalgia por el Godzilla original y los avances de la tecnología cinematográfica permiten que esta entrega ofrezca un espectáculo único, donde cada rugido y cada paso del monstruo retumban en el corazón de los espectadores.
La recepción positiva sugiere que Godzilla Minus One se convertirá en un referente dentro de la extensa franquicia de Toho. Tal como menciona Chris Plante de Polygon, esta es la película que los fans de Godzilla estaban esperando, y no decepciona. La mezcla de una narrativa fuerte, unos efectos visuales sobresalientes y el retorno de Godzilla a su esencia japonesa hacen de esta película una experiencia memorable.
Godzilla Minus One es una carta de amor al legado de Godzilla. Con un balance perfecto entre acción, emoción y nostalgia, esta película marca un nuevo comienzo para la saga del rey de los kaiju. Ya sea que seas un fanático de toda la vida o simplemente busques una buena película de acción, Godzilla Minus One es una experiencia cinematográfica que no querrás perderte.
Si te gustan los thrillers de venganza con un enfoque audaz, Revenge (2017), dirigida por Coralie Fargeat, es una película que no puedes dejar pasar. Esta cinta francesa no es solo otra historia de venganza; es una explosión sensorial donde el estilo visual, el gore y la música juegan un papel fundamental para llevar la experiencia más allá de la pantalla.
Desde los primeros minutos, Revenge te atrapa con su atmósfera cargada de tensión. La historia sigue a Jen, una joven que es brutalmente atacada y dada por muerta en el desierto. Pero lejos de ser una víctima, regresa de entre las cenizas para desatar una furia imparable contra sus agresores. Sin embargo, lo que realmente hace destacar a esta película es la forma en que se cuenta visualmente.
El desierto, con sus amplios paisajes y su inmensidad desoladora, se convierte en el escenario perfecto para esta danza de violencia. A lo largo de la película, los colores saturados juegan un papel importante. El rojo intenso de la sangre contrasta con los tonos ocres del desierto, creando imágenes casi surrealistas que atrapan la mirada del espectador. Cada gota de sangre, cada herida, está estilizada de una manera que roza lo artístico, haciendo que incluso los momentos más brutales resulten visualmente impactantes.
El gore en Revenge no es para los débiles de corazón. Las escenas son gráficas, crudas y exageradas, pero están tan cuidadosamente coreografiadas que se sienten como una parte natural del mundo que ha construido Fargeat. No hay sutileza en la violencia, y eso es precisamente lo que la hace tan absorbente. Las heridas abiertas y los cuerpos destrozados se muestran sin filtro, desafiando al espectador a apartar la mirada.
Acompañando a esta explosión de color y sangre, la música juega un papel crucial en mantener el pulso de la película. La banda sonora, con su ritmo intenso y vibrante, añade capas de tensión y adrenalina a las escenas de acción, reforzando la sensación de peligro constante. Es un acompañamiento perfecto para el viaje de venganza de Jen, manteniendo a los espectadores al borde de sus asientos.
Revenge es, sin duda, una experiencia visceral. No solo por la brutalidad de su trama, sino por la manera en que todos los elementos visuales y sonoros se combinan para crear una obra tan impactante. Si eres fanático del cine que desafía las convenciones y no tiene miedo de mostrar el lado más crudo de la venganza, esta película debería estar en tu lista.
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El icónico cantautor Joaquín Sabina nos sorprende una vez más con el estreno del video oficial de "Un último Vals", una canción que, como es costumbre en su obra, está cargada de lirismo, ironía y esa sensibilidad única que solo él sabe transmitir. Bajo la dirección del talentoso Fernando León de Aranoa, el videoclip se convierte en una oda visual que celebra la vida, el paso del tiempo y los amores que, de una forma u otra, han dejado huella en su travesía.
"Un último Vals" es, en esencia, un guiño canalla de Sabina al mundo. Con su característica voz rasgada y letras llenas de matices, Joaquín canta sobre lo inevitable: el final de una etapa, el cierre de un ciclo, pero lo hace a su manera, con un toque de picardía y nostalgia. En este vals, no solo se despide de personas y momentos, sino también de la juventud, de los excesos y de los desencuentros que han marcado su vida.
El video, dirigido por Fernando León de Aranoa, quien ya ha colaborado anteriormente con Sabina, encapsula a la perfección el universo del artista. Cada escena parece estar impregnada de un simbolismo profundo, como si cada imagen fuera un recuerdo más que Sabina decide atesorar antes de bailar su último vals. El director logra plasmar la esencia del cantautor, rodeándolo de amigos, colegas y personajes que han formado parte de su vida, no solo en el plano musical, sino también en el personal.
En este video, Sabina no solo rinde tributo a aquellos que siguen a su lado, sino también a quienes ya no están. "Un último Vals" se siente como un homenaje a todas esas personas que han dejado una marca imborrable en su historia, desde compañeros de viaje hasta amores perdidos. El videoclip, con una atmósfera íntima y melancólica, consigue capturar la esencia de esta despedida sin dramatismo, pero con una gran dosis de autenticidad.
Al ver el video, no es difícil imaginarse a los seguidores de Sabina compartiendo esa complicidad que él mismo establece con cada verso. Sus fieles saben que, aunque Joaquín cante sobre despedidas, siempre habrá una nueva canción, un nuevo escenario o una última copa en el bar de la esquina. Porque Sabina, incluso cuando habla del final, nos deja con la sensación de que su música es eterna.
"Un último Vals" es una pieza audiovisual que no solo añade una capa más al legado del cantautor, sino que también nos invita a reflexionar sobre nuestras propias despedidas y ciclos. Sabina, fiel a su estilo, nos muestra que, incluso en el adiós, hay espacio para la poesía, el humor y, por supuesto, para un último vals.
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Cuando hablamos de figuras históricas envueltas en misterio y sensualidad, Mata Hari se destaca como uno de los nombres más fascinantes. Su vida como espía durante la Primera Guerra Mundial ha sido contada y reinterpretada en muchas ocasiones, pero no siempre con el rigor histórico que merece. Lamentablemente, la película Mata Hari (1985), protagonizada por Sylvia Kristel, es un ejemplo de cómo el cine puede reducir la complejidad de un personaje real a meros clichés.
La película, dirigida por Curtis Harrington y producida por la controvertida Cannon Films, se enfoca en una representación superficial de Mata Hari, priorizando el erotismo por encima de la historia real. Si bien el mito de la "femme fatale" ha sido parte integral de la imagen pública de Margaretha Zelle (su verdadero nombre), esta versión cinematográfica convierte a la espía en poco más que un objeto de deseo, desdibujando sus motivaciones y su importancia en el conflicto global en el que estuvo inmersa. Las escenas son torpemente ejecutadas, con diálogos vacíos y una narrativa que apenas hace justicia a la complejidad de su papel como espía en medio de la Primera Guerra Mundial.
El guion distorsiona los hechos históricos, simplificando a Mata Hari como una mujer manipulada y pasiva en las intrigas políticas, en lugar de retratarla como una figura activa en el peligroso juego del espionaje. El contexto bélico y político de la época, que debería haber sido el telón de fondo principal, queda relegado a una serie de escenas de mal gusto y sin propósito. Además, la actuación de Sylvia Kristel es plana, afectada también por sus problemas personales con el alcohol y las drogas en ese momento, lo que disminuye aún más la capacidad de la película para transmitir la intensidad que este personaje histórico requiere.
La estética y la producción, propias del sello de Cannon Films, resultan pobres y deslucidas, y la película parece más interesada en perpetuar un mito superficial que en explorar las verdaderas implicaciones del espionaje y el destino trágico de Margaretha Zelle. En resumen, Mata Hari (1985) es un producto deficiente que no logra capturar el espíritu ni la importancia histórica de su protagonista, fallando tanto como película de espionaje como en su intento de ser un drama histórico.
¿Quieres conocer a la verdadera Mata Hari?
Si bien la película de 1985 deja mucho que desear, existen alternativas mucho más serias y fundamentadas que ofrecen una visión más precisa y rica sobre su vida. Una excelente opción es el documental Mata Hari: The Naked Spy (2017). Este documental examina en profundidad la vida de Margaretha Zelle, desde sus inicios como bailarina hasta su participación como espía, desenmarañando los mitos creados en torno a su figura. A diferencia de la película, aquí se aborda su compleja personalidad, sus decisiones y las razones que la llevaron a un final trágico.
Para quienes prefieren la ficción, la versión de Mata Hari de 1964, protagonizada por Jeanne Moreau, ofrece una interpretación más equilibrada de la espía, con una actuación carismática y un guion que, aunque también toma algunas licencias artísticas, es mucho más respetuoso con los hechos históricos.
En definitiva, si deseas aprender más sobre la verdadera Mata Hari, te recomiendo evitar la versión de 1985 y explorar alternativas más rigurosas y cautivadoras que te permitirán comprender mejor a una de las figuras más enigmáticas del siglo XX.
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